Historias para Contar a los 80: Por Qué Mariola San Juan Viaja Ahora, No Después

Cuando me imagino a los 80, no veo una habitación llena de cajas de almacenamiento cuidadosamente etiquetadas, juegos de porcelana sin tocar o montones de recibos de cosas que apenas recuerdo haber comprado. En cambio, veo un diario de cuero gastado con páginas manchadas de tinta, fotografías que huelen ligeramente a agua salada y protector solar, y una mente rebosante de historias: historias sobre lugares que reservé por impulso, sobre conversaciones con extraños que se convirtieron en amigos, sobre la vez que me quedé arrestada por la belleza de un amanecer tan impresionante que me detuvo en seco.

Porque al final del día, la verdadera riqueza de la vida no está en las posesiones, sino en las experiencias que valen la pena contar y volver a contar.

Why I Refuse to Wait for “Someday”

Todos hemos escuchado la frase: “Viajaré algún día”.

Pero ese “algún día” es resbaladizo. Se mueve, se esconde y se escapa entre los dedos mientras esperas el “momento adecuado”. Y, con demasiada frecuencia, ese “algún día” se convierte en nunca. Viajar no es solo una recompensa para el futuro: es un catalizador para vivir plenamente ahora. Esperar hasta estar jubilada o hasta que “las cosas se calmen” significaría perderme la belleza irrepetible del presente. La versión de mí misma en mis 30, 40 o 50 años nunca será exactamente igual a la que soy ahora. Mis rodillas quizá crujan más después. Mi energía podría cambiar. Mi sentido del asombro puede evolucionar.

Por eso viajo mientras aún puedo subir las colinas de Santorini sin detenerme cada pocos pasos, mientras todavía puedo despertarme a las 4 a.m. para un paseo en globo sobre Capadocia sin quejarme, mientras todavía puedo distinguir la diferencia entre un croissant de una boulangerie parisina y uno del congelador del supermercado.

Las Posesiones Que Olvidamos vs. Las Historias Que Conservamos

Si te pidiera que nombraras los regalos exactos que recibiste en tu cumpleaños número 18, 25 o incluso 40, probablemente te costaría recordarlos. Pero si te preguntara por tu último viaje—las conversaciones que tuviste, el sabor de la comida, el color de los atardeceres—seguramente podrías describirlos con todo lujo de detalles.

Eso sucede porque las experiencias se graban más profundo en nuestra memoria que cualquier posesión. El suéter que compraste se desgastará. El teléfono que actualizaste quedará obsoleto en dos años. ¿Pero el momento en que nadaste con plancton bioluminiscente en Puerto Rico? ¿La noche que bailaste descalzo en un festival callejero en Lisboa? Esos recuerdos envejecerán como un buen vino, volviéndose más valiosos con el tiempo.

Mariola San Juan reservó un tour al amanecer, capturando el momento con asombro y emoción.

Viajar Como el Gran Maestro

Viajar es más que ver lugares bonitos: es una universidad sin paredes.

Cada vez que bajo de un avión, me recuerdo a mí misma cuánto no sé. Un vendedor callejero en Marrakech puede enseñarme más sobre paciencia y negociación que cualquier clase de negocios. Un pescador en Santorini puede compartir una receta familiar que ha sobrevivido siglos. Un taxista en Cartagena puede mostrarme cómo suena la esperanza en una ciudad que se ha reconstruido una y otra vez.

Cuando tenga 80 años, no quiero solo ser mayor; quiero ser sabia. Y la sabiduría no se encuentra en la comodidad repetitiva del hogar; se gana a través de las experiencias impredecibles y, a menudo, humildes, de estar en un lugar completamente nuevo.

La Mentalidad “Booked”: Priorizar la Aventura

Uno de los cambios más grandes que he hecho es reservar experiencias antes que cosas.

  • En lugar de actualizar mi auto cada pocos años, reservo vuelos.

  • En lugar de comprar otro bolso de diseñador, reservo una villa en la Toscana con amigos.

  • En lugar de derrochar en el último gadget, reservo un viaje en tren por las Highlands escocesas.

No se trata de rechazar el confort material, sino de comprender que la comodidad por sí sola no alimenta el alma. Cuando comienzas a vivir con una mentalidad “booked”, naturalmente priorizas momentos que no se pueden comprar en oferta ni reemplazar cuando se pierden. Empiezas a planear tu año no alrededor de ventas o temporadas de compras, sino de aventuras—grandes y pequeñas—que se convertirán en los capítulos de la historia de tu vida.

Cuando el Tiempo Te Detiene de la Mejor Manera

A veces, viajar no solo te inspira, sino que te detiene por completo. A estos momentos los llamo momentos arrestados. Son aquellos en los que el mundo parece hacer una pausa porque estás completamente absorbida por lo que tienes frente a ti:

  • Estar frente al David de Miguel Ángel en Florencia, y darte cuenta de que cada marca del cincel cuenta una historia de ambición humana.

  • Ver las auroras boreales danzar en el cielo islandés, como si el universo mismo estuviera pintando para ti.

  • Escuchar a una abuela en Kioto explicar la antigua ceremonia del té, cada movimiento un poema en sí mismo.

Un momento de viaje en el que Mariola San Juan estuvo a punto de ser arrestada por aventurarse fuera de los caminos habituales durante su aventura reservada.

Estos son los momentos que te arrestan, no por miedo o problemas, sino por un asombro tan puro que parece que el tiempo mismo te mantiene quieta. Son estos momentos los que te harán compañía cuando tengas 80 años y estés sentada en tu sillón favorito.

El Mito del “Después”

Mucha gente piensa que tendrá más tiempo, energía y dinero para viajar más adelante en la vida. Pero el “después” a menudo trae sus propias limitaciones:

  • La salud puede limitar tus opciones. Caminar por Machu Picchu es más fácil a los 40 que a los 70.

  • Las responsabilidades cambian. El cuidado familiar o las restricciones financieras pueden aumentar.

  • El mundo cambia. Los cambios políticos, ambientales y los eventos globales pueden hacer que ciertos destinos sean más difíciles—o incluso imposibles—de visitar.

La verdad es que no existe un momento perfecto para viajar. Solo existe el ahora.

Cómo Elijo Mis Destinos

Cuando la gente me pregunta cómo elijo mis destinos, mi respuesta es simple: sigo una mezcla de curiosidad, oportunidad e intuición.

  • Curiosidad: ¿Qué lugar despierta mi imaginación? ¿Dónde puedo aprender algo nuevo?

  • Oportunidad: ¿Hay festivales, temporadas o eventos que solo ocurren en un momento específico?

  • Intuición: A veces simplemente sabes que un lugar te está llamando.

He aprendido que esperar a que las estrellas se alineen perfectamente es una forma segura de dejar que los sueños se escapen. Si el momento se siente siquiera un poco adecuado, lo reservo.

Lo Que Espero Recordar a los 80

A los 80, quiero que mi vida sea una galería de historias:

  • La tarde en Cartagena cuando seguí el sonido de la música salsa hasta un patio escondido.

  • La madrugada en Kioto cuando los cerezos en flor cayeron en mi té como confeti del cielo.

  • El picnic improvisado en la playa en Puerto Rico que duró hasta que salieron las estrellas.

Quiero que mis arrugas sean líneas de risa por las historias compartidas, no líneas de estrés por preocuparme por cosas que en realidad nunca importaron.

Por Qué Comparto Esto Contigo

Porque tal vez estés leyendo esto y pienses: viajaré cuando tenga más tiempo, dinero o libertad.

Pero aquí está la clave: puedes empezar en pequeño. Viajar no tiene que significar cruzar océanos. Puede ser un viaje por carretera a un pueblo cercano, un fin de semana explorando una nueva ciudad o incluso un día aprendiendo algo nuevo sobre tu propio vecindario. Lo importante es empezar. Porque una vez que lo hagas, te darás cuenta de que viajar tiene menos que ver con la distancia y más con la perspectiva.

Cuando tenga 80 años, mi cuenta bancaria quizá no recuerde el saldo de 2025. Mi armario quizá no recuerde la ropa que una vez amé. Pero mi corazón recordará:

  • La alegría de probar un plato nuevo por primera vez.

  • La amabilidad de un extraño que ofrece direcciones.

  • La emoción de reservar un viaje con nada más que esperanza y una mochila.

Mariola San Juan disfrutando de una experiencia cultural reservada, compartiendo historias que podrían dejar a cualquiera arrestado de asombro.

Y si tengo suerte, podré contar esas historias una y otra vez, a quien quiera escucharlas, y quizás inspirar a otros a reservar sus propias aventuras ahora, no después. Porque la mejor inversión que puedes hacer es en recuerdos de los que seguirás hablando décadas después.

Así que adelante: resérvalo. Vívelo. Cuéntalo. Y nunca dejes que el “algún día” robe tus historias.

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Arrested by the views—Capri, Italy through Mariola’s Orange County lens

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